Linum usitatissimum L. es la especie más conocida de los linos en el mundo (Figura 1). Lo llamamos lino cuando de sus tallos se elaboran fibras textiles; cuando de sus semillas se obtiene aceite se llama linaza. La especie fue utilizada desde las primeras civilizaciones humanas alrededor del Mediterráneo, siendo el primer cultivo en domesticarse en el Viejo Mundo. Los antiguos egipcios utilizaban el aceite de linaza en rituales para embalsamar a sus muertos, para posteriormente envolverlos en finas tiras de textiles de lino (Zohary et al. 2012). En la actualidad, la linaza ocupa el décimo lugar entre los cultivos oleaginosos en el mundo.
Figura 1. Flor y frutos de Linum usitatissimum (foto: Juan González).
Además de los usos ampliamente conocidos del lino, los ácidos α-linolénicos y los lignanos de Linum han sido estudiados debido a su potencial como antioxidantes y precursores de fitoestrógenos (Touré y Xu 2010), en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares e inflamatorias especialmente para el cáncer de mama (Rickard-Bon y Thompson 2003, Kaur et al. 2018) y sus fitoquímicos como inhibidores del VIH (Mohammed et al. 2009). Entre sus otros usos, sobresalen por su aplicación industrial los aceites base para la fabricación de pinturas, barnices, linóleo, hule, tintas de impresión y jabones (Singh et al. 2011). En la alimentación, destaca su alto valor nutritivo, pues se sabe que las semillas contienen en promedio 28% de proteínas, 4% de cenizas y 5% de fibra (Kaur et al. 2018). Se le han atribuido muchos beneficios para la salud, entre los que se encuentran: la reducción de niveles de colesterol en sangre, presión arterial y en la formación de coágulos sanguíneos (Cullis 2011), además, ayuda en el tránsito intestinal ya que es un laxante natural (Figura 2).
Figura 2. Semillas de Linum rupestre Egelm.
¿Sabías que existen linos silvestres en México? La última actualización de su estatus indica que podemos encontrar 24 especies nativas y que el 52% de ellas son endémicas (
González-Velasco et al. 2022), es decir, especies que crecen solo en el territorio nacional. Es común encontrar a las plantas silvestres de lino habitando las zonas áridas y templadas del territorio mexicano, como los matorrales xerófilos y los bosques de pino-encino, con una mayor afinidad hacia las regiones noreste, oriente y centro del país (Figura 3). Se desarrollan entre rocas y al resguardo de otras plantas como nopales (
Opuntia spp.), magueyes (
Agave spp.), leguminosas (Fabaceae), biznagas (
Echinocactus spp.) y algunos pastos (Poaceae), en suelos calcáreos (
González-Velasco et al. 2022,
Villalvazo-Hernández et al. 2022).
Figura 3. Hábitat de Linum scabrellum Planch., en el norte de México (foto: Juan González).
Algunas especies de
Linum que han ganado interés en el mundo son
L. grandiflorum Desf.,
L. lewisii Pursh,
L. narbonense L., y
L. perenne L. por su alto valor como plantas ornamentales (
Touré y Xu 2010,
Singh et al. 2011). Entre las especies de
distribución mexicana,
L. rupestre Engelm. ha sido reportada en trabajos etnobotánicos con uso en la medicina tradicional. Otras especies de interés en la medicina indígena nacional son
L. mexicanum Kunth, empleada para curar de espanto, el dolor de cabeza y la gripe, así como
L. schiedeanum Cham. & Schltdl., registrada para aliviar la sarna y el dolor de oído (
Barrera-Robles et al. 2020). No obstante,
L. scabrellum Planch. es la única especie mexicana que cuenta con estudios formales de farmacología y fitoquímica debido al contenido de metabolitos secundarios que han presentado actividad citotóxica en contra de algunos tipos de cáncer (
Lautié et al. 2008,
Alonso-Castro et al. 2011) (Figura 4).
Figura 4. Inflorescencia de Linum scabrellum Planch., en San Luis Potosí, México (foto: Juan González).
Figura 5. Ejemplar de herbario, Linum mexicanum Kunth.
Dada la capacidad de la mayoría de las especies de lino para vivir en diversos ambientes, especialmente en zonas áridas y semi-áridas, junto con el constante avance de la acidificación de suelos por el cambio climático antrópico, urbanización y cambio de uso de suelo, es probable que surjan hábitats propicios para su establecimiento. Su cultivo o inclusión en sistemas agroecológicos desarrollados en zonas áridas del país, podría amortiguar los efectos negativos climáticos y, al mismo tiempo, generar un nuevo producto para ser integrado en los sistemas de producción locales. Es por ello que es deseable estudiar diversos aspectos de cada especie del grupo. Resulta apremiante frente a los retos ambientales actuales que ponen en peligro la diversidad biológica y agronómica, erosionando los recursos en todas sus escalas y con ello, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria.
Recuerda: si andas por el campo o en tu comunidad y encuentras una planta con 5 pétalos, 5 estambres y 5 estilos, podría ser un lino!!!. Los linos mexicanos que hasta ahora conocemos son dos de flor azul, una especie blanca y las demás amarillas de las 24 nativas.
Literatura utilizada
Alonso-Castro A.J., Villarreal M.L., Salazar-Olivo L.A., Gomez-Sanchez M., Dominguez F., y Garcia-Carranca A. 2011. Mexican medicinal plants used for cancer treatment: pharmacological, phytochemical and ethnobotanical studies. Journal of Ethnopharmacology 133: 945-972. https://doi.org/10.1016/j.jep.2010.11.055
Cullis C. 2011. Linum. In: Kole C. (Ed.). Wild Crop Relatives: Genomic and Breeding Resources Oilseeds. pp. 177-189. Springer, Berlin, Heidelberg. https://doi.org/10.1007/978-3-642-14871-2_11
Rickard-Bon S.E. y Thompson L.U. 2003. The role of flaxseed lignans in hormone-dependent and independent cancer. In: Muir A.D. y Westcott N.D. (Eds.). Flax: the genus
Linum, pp. 181-203. Taylor and Francis. London, UK.
Touré A. y Xu X.M. 2010. Flaxseed lignans: source, biosynthesis, metabolism, antioxidant activity, bio-active components, and health benefits. Comprehensive Reviews in Food Science and Food Safety 9: 261-269. https://doi.org/10.1111/j.1541-4337.2009.00105.x
Zohary D., Hopf M. y Weiss E. 2012. Domestication of plants in the Old World: The origin and spread of domesticated plants in Southwest Asia, Europe, and the Mediterranean Basin. Oxford University Press. 237 pp.