Rumbo a la Huasteca, paisajes de Hidalgo
Era una fría mañana de marzo de esta año, el viento mecía las ramas de los árboles cuando abordamos la unidad que nos llevaría la
Huasteca Hidalguense, todos con frío, imaginábamos que el viaje sería un poco peligroso. Para algunos estudiantes de las materias de Botánica Económica y Etnobotánica del Colegio de Postgraduados, el lugar al que iríamos era desconocido, pocas veces habían escuchado del lugar, pero aun así, la emoción de conocer nuevos caminos y paisajes, era tan grande que la alegría se sentía en el vehículo.
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Vehículo en el que viajaríamos a la Huasteca |
El primer tramo fue un poco largo, salir de Texcoco, tomar la carretera hacia
Calpulalpan, seguir de frente, desviarnos hacia Pachuca, para al final tomar la desviación del corredor turístico de la Montaña que nos conducía hacia nuestro primer destino: El
bosque del Hiloche en
Real del Monte.
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Rumbo a Pachuca, al fondo se observa el Acueducto del Padre Tembleque |
La vegetación era maravillosa, había una mezcla de majestuosos encinos (
Quercus glabrescens,
Quercus mexicana,
Quercus rugosa), pinos (
Pinus patula,
Pinus teocote) y
Cupressus (
Cupressus lusitanica) principalmente.
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Encino en el bosque del Hiloche |
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Árboles de Cupressus |
Admirados y con frío, veíamos los efectos del fuerte viento que había ocurrido durante los últimos días y que había afectado varias regiones del centro de México, en el bosque se observaban ramas caídas, troncos tirados y bastante hojarasca aún fresca que cubría el sotobosque.
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Ramas de encino tiradas por el viento |
La gente del lugar aprovechaba para cortar las ramas que les servirían para prender el fuego, mientras que algunos se preocupaban por los daños ocasionados en algunas casas y vehículos que se habían visto afectados por la caída de los árboles, por lo que debido a la tensión del momento, decidimos seguir nuestro camino.
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Señora recogiendo ramitas al lado del vehículo dañado por la caída de un árbol |
El siguiente punto a visitar fue la
Reserva de la Biosfera de la Barranca de Metztitlán, donde a la orilla de la carretera apreciamos la inmensidad del sitio, laderas cubiertas de matorrales donde se podían ver garambullos floreciendo (
Myrtillocactus geometrizans), candelabros (
Stenocereus dumortieri), acacias (
Acacia spp.), nopales (
Opuntia sp.) copales (
Bursera spp.) e izotes (
Yucca filifera) creciendo.
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Vista de la Barranca de Meztitlán, se pueden apreciar los candelabros, izotes, nopales, copales, etc. |
Más adelante, visitamos una
UMA (Unidad de Manejo Ambiental) llamada
El Viejo Cactus, donde se aprovechan las especies de cactáceas que hay en la región, en especial de los llamados viejitos (
Cephalocereus senilis), los cuales son reproducidos para su venta y así evitar su depredación.
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Encargado de la UMA El viejo cactus dando una explicación del proceso de reproducción |
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Plantas jóvenes de los cactus llamados viejitos |
Al proseguir nuestro camino, el frío había desaparecido completamente y se dejaba sentir el calor agobiante, así que decidimos detenernos en las famosas nieves artesanales Metzt, además de que observamos los productos de la zona como la nuez, la miel, frijol, licores de frutas, conservas, y dulces típicos.
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Probando las tradicionales nieves de Metzt |
En este punto ya se hacía notar la presencia de la Huasteca, debido a que en los puestos vendían licores de
capulines, de jobo (
Spondias mombin) y de vainilla (
Vanilla planifolia),
chiltepines (
Capsicum annum) en conserva y miel espesa y obscura.
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Venta de licores, conservas, miel, nueces, frijoles y aguacates |
La venta de estos productos se lleva a la orilla de la carretera por lo que se pudo observar los terrenos de cultivo recién labrados y listos para la siembra de maíz o frijol. A su lado, hay enormes nogales que sirven para delimitar las parcelas y poder vender la nuez que se cosecha.
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Nogales (Juglans regia) delimitando los terrenos para siembra |
Después de refrescarnos un poco, procedimos nuestro camino, y nos paramos brevemente en el pueblo de
San Agustín Mezquititlán, donde se observó el tipo de construcción de las casas y el reloj monumental, típico de varios municipios de Hidalgo.
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Reloj monumental de San Agustín Mezquititlán |
Más adelante, la vegetación había cambiado, aún quedaban algunos huizaches pero la presencia de pinos mostraba que habíamos dejado atrás los matorrales espinosos de Meztitlán y entrabamos a los bosques templados de
Zacualtipán.
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Pinos, huizaches y nopales |
Durante el trayecto, las serranías y paisajes iban cambiando, de los bosques de pino de Zacualtipán, a los bosques mesófilos de montaña que se empezaban a apreciar en
Molango. En
Ixtlahuaco, apreciamos un poco la vegetación de un potrero, donde había encinos cubiertos de helechos, algunas bromelias (
Tillandsia sp.) e incluso una orquídea que parecía ser del género
Epidendrum, plantas típicas de los bosques húmedos.
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Encino cubierto de helechos y bromelias |
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Relictos del Bosque mesófilo de montaña en Ixtlahuaco |
Como la noche se acercaba, decidimos pernoctar en
Tlanchinol, donde cenamos apropiadamente unas quesadillas de pemuche (son flores de
Erythrina sp.). A la mañana siguiente, con las primeras luces del sol, se podía apreciar el paisaje de montañas y las hermosas construcciones del lugar.
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Hermosa vista de las montañas en Tlanchinol |
Con estas bellezas en nuestra cabeza, decidimos proseguimos el viaje con rumbo a la Huasteca Hidalguense que se encontraba justo después de Tlanchinol.
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