lunes, 4 de enero de 2016

Árbol de gran tamaño que me hace feliz todo el año: El ocote

Eres una especie prolífica de mi tierra, eres la imagen primera de mi vista, mi concepción estética, mi regalo del Creador, eres el color de mi pueblo, verde y con amor.


El ocote (Pinus montezumae Lamb.) es un árbol común de la región montañosa de mi pueblo; apreciado por muchos, valorado por la mayoría y benévolo con todos. Encargado de proteger el suelo de las laderas nevadas del Xinantecatl, este árbol milenario y simbiótico con el mismo volcán, alberga especies animales y vegetales que dan colorido a la región.


Y si de belleza se trata, también los frutos de este árbol engalanan las fiestas decembrinas, con sus piñas y sus verdes agujas que se asemejan a unas plumas de pavorreal uniformemente acomodadas.

Hojas del árbol del ocote.


Piña, fruto del ocote
Pero más allá del hermoso paisaje de mi pueblo engalanado por este árbol, los pobladores han hecho de él, la materia prima de su actuar. La madera fina y resistente está en sus casas, vigas pesadas y robustas sostienen los techos, y también en los potreros limítrofes que contienen a las bestias para el pastoreo.


Los habitantes de mi pueblo a recolectar tus hojas secas y caídas van para hacer de ellas un regalo, un detalle y una cobija de muchos de sus animalitos.



Así que un nidal de cálido ocoxal acojerá los huevos de pollos, guajolotes, patas y hasta de unos lechones recién nacidos y guarecerá su vida y arrullará el silencio que trinará en el amanecer de los tiempos y alentará al hombre a comenzar su jornada.

Nidal de una guajolota.
Nidal de huevos.
Cuna de unos lechones.

 Y una raja de ocote ayudará a nacer la brasa que avivará rapidamente el fuego del carbón y la leña, y leña ardiente y viva calienta las viviendas cuando el volcán exhala su frescura y una escobilla para limpiar el pretil de barro donde el gusto, el sabor y el arte se convierten en comida campirana.


Ocote encendiendo carbón
Un árbol milenario que te cobija y te mira de soslayo, sabiendo que él es tú, y tú eres él en el devenir del deshielo de los tiempos. Habrá que mistificarte, para saber cuánta bondad nos regalas, cuan puro y firme te nos muestras, habrá que amarte, estudiarte, pero ante todo respetarte.



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2 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartirnos esta historia sobre el ocote y sobre todo por la forma tan particular que le imprimes a tu narrativa. Un saludo!

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  2. Yo tengo un árbol grande ya de ocote frente a.mi casa escasos 2 metros puede caer un rayo en este árbol ojala me pueda asesorar gracias

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